Uno de los aspectos notables en la enfermedad de Alzheimer es la repercusión que tienen los problemas nutricionales o alimenticios en el enfermo, el Cuidador o en su familia.
Los enfermos en estado moderado y severo presentan un elevado riesgo de malnutrición. Expertos advierten de que esta enfermedad suele llevar asociada una pérdida de peso sustancial debido a que los trastornos de conducta que sufren dificultan la ingesta. Asimismo, los fármacos que se emplean para retrasar la patología suelen producir anorexia.
Además, son numerosos los estudios epidemiológicos que demuestran que el consumo de ácidos grasos poliinsaturados presentes en el aceite de oliva, el pescado azul o los frutos secos tienen un efecto preventivo e influyen en el retraso evolutivo de la enfermedad.
En estos enfermos se suelen dar toda una serie de conductas relacionadas con el acto de comer que generan una gran carga de ansiedad a su Cuidador. Por ello, la clave para hacerlo de forma correcta está en enseñar al cuidador una serie de pautas esenciales relacionadas con la alimentación, como son:
- No utilizar dobles texturas como arroz con leche o yogur con frutas.
- Evitar alimentos pegajosos del tipo pan de molde o croquetas para evitar problemas con la salivación.
- Emplear la postura correcta. Con el paciente sentado, el Cuidador debe ponerse a la altura de las rodillas para hacer que el enfermo agache la cabeza y tape de forma natural la vía aérea, para evitar que se atragante.
- Usar cucharas pequeñas y nunca pajitas para beber. Desde la Fundación Alzheimer España recomiendan utilizar un juego de cubiertos y platos especial que cubra las necesidades de la persona y si ésta presenta dificultades para el uso de cubiertos, hay que ser comprensivo y permitir que emplee las manos para comer.
- Controlar que el enfermo se lave la boca antes de comer para saborear bien los alimentos, ya que por la medicación puede tener la sensación de boca pastosa.
- Trabajar las texturas y los sabores para mantener el gusto en aquellos que hayan perdido las ganas de comer.
Considerando la alimentación y el factor nutricional como un factor de riesgo en las personas con Alzhéimer, es necesario desarrollar un plan de acción teniendo en cuenta las siguientes pautas:
- Dedicar tiempo a la planificación de un menú semanal y a la preparación de las comidas.
- Comer siempre con moderación, previniendo los excesos.
- Tener en cuenta las modificaciones en la medicación. Algunos fármacos pueden producir amargor junto a las comidas, además de otros efectos secundarios.
- Evitar la deshidratación y estar atentos a los cambios de peso.
- Los suplementos nutricionales deben ser indicados bajo prescripción médica.
- Prestar atención cuando la persona use prótesis dental y vigilar el estado de las encías.
Fuente: larazon.es