Cuando una persona se encuentra con una pérdida de autonomía física, psíquica o intelectual, se considera que está en una situación de dependencia y por tanto, necesita la ayuda de un cuidador para realizar su rutinas diarias. Existen varios grados de dependencia y en función del mismo, necesitará mayor o menor apoyo del cuidador. Pero siempre el cuidador debe fomentar que todo lo que pueda hacer por sí mismo lo realice de forma independiente, y siempre bajo una actitud de respeto y amabilidad. Sin prejuicios y de forma competente para evitar actitudes de sobreprotección que fomenten la dependencia.
En primer lugar, hay que saber qué tipo de grados de dependencia tiene el paciente y que habilidades, porque en función de ello, basaremos las acciones que debemos desempeñar y las que debemos motivar en la persona. En este sentido, es importante tener paciencia para que realice las cosas de forma autónoma y por supuesto, animarle a que haga las mayores actividades posibles por sí mismo. Y como cuidadores, no olvidar establecer rutinas para ciertas actividades diarias como el aseo, las comidas, el paseo… le creará seguridad y tranquilidad.
Con la persona, el cuidador deberá realizar actividades clasificadas en dos tipos, las actividades básicas de la vida diaria, que son fundamentalmente para cuidarse a uno mismo y son:
– Comer y beber.
– Controlar las necesidades e ir al lavabo.
– Vestirse y desvestirse.
– Lavarse y cuidar el aspecto físico.
– Cambiar y mantener posiciones corporales.
– Desplazarse dentro de casa.
– Levantarse e ir a dormir.
Y por otro lado, que son las actividades instrumentales de la vida diaria, que van un poco más allá y permiten a la persona llevar una vida independiente, hablamos de:
– Caminar por la calle.
– Limpiar y mantener la casa en condiciones.
– Comprar.
– Lavar y cuidar la ropa.
– Cocinar.
– Manejar dinero.
Teniendo en cuenta estas acciones, el cuidador debe valorar las necesidades de atención, vinculadas bien sea a las actividades básicas o a las instrumentales, al igual que identificar el grado de dependencia de la persona. Esto se debe a que es importante conocer sus capacidades y saber poner límites en la ayuda con el mismo fin de potenciar al máximo sus capacidades.
Por lo tanto, es primordial que el cuidador observe al paciente y valore qué ayuda necesita y tratar de promover al máximo las capacidades del paciente.