“Bailar con la más fea”
Esta expresión se usa para identificar ese momento en el que hacemos algo que los demás no quieren hacer. Hace alusión a los bailes de antaño en los que los chicos sacaban a bailar a las chicas. Evidentemente las que se quedaban para el final, las que nadie sacaba a bailar eran las menos agraciadas. Aquella que era más gordita, la de las gafas de “culo de botella”, las que tenía la nariz grandota…. a saber. Estas pobres chicas se quedaban esperando a que alguien, un alma caritativa o alguien que también tuviera gafotas les sacara a bailar, y, así, poder divertirse y “presumir”, en la medida de lo posible, con el atrevido que le dio la mano y dijo las palabras mágicas:- ¿bailamos?
¡Qué paso tan importante! ¡Por fin las plegarias a San Antonio habían tenido resultado! Tomado el chico de la mano, ya solo habría que desplegar todo el arte que cada mujer tiene para meterlo en el bote y dejar de ser una solterona.
Solterona, esta es otra de las palabras temidas por las chicas de esa generación. Si no fuera desgracia ninguna quedar se sin marido, es decir, soltera, se las llamaba de manera despectiva, para que quedara claro que lo mejor era tener un marido (aunque fuera feo, marido al fin y al cabo).
Bailar con la más fea, se usa, como dije en el principio, para hacer lo que nadie quiere. ¿Quién quiere quedarse sin vacaciones para quedarse en casa cuidando de una persona encamada? ¿Quién quiere renunciar al café con las amigas para echar un vistazo a papá? ¿A quién le toca hoy discutir con el jefe para pedir unas horas para ir al médico de acompañante? A quién si no. A la más fea, a la que nadie sacó a bailar o no recibió la ayuda esperada.
Ser solterona, o no tener marido, es una opción personal. Una de tantas decisiones cotidianas para los tiempos que corren. Una opción tan válida como cualquier otra, es decir, no criticable. Sin embargo, lo que casi nadie quiere, es dedicar gran parte de su tiempo y fuerzas al cuidado de otros, que en la mayoría de las ocasiones es un familiar directo.
No pretendo con esto hacer una crítica, sino todo lo contario, un reconocimiento a aquellas personas que fielmente han acepado una situación no elegida. Un homenaje a todas aquellas personas que en algún momento les hubiera gustado que les ayudasen y no lo consiguieron. A aquellas que pese a ver cómo los demás miembros de la familia seguían con sus vidas y su rutina, decidieron no comprometer a nadie y ser ellos quienes entregaran lo mejor de sí mismos a sus seres más queridos, que, siendo los más feos del baile, le tomaron fuertemente la mano para sacarlos a bailar.
Y ahora, visto desde este otro lado, visto desde el esfuerzo reconocido del cuidador incondicional, pregunto ¿quién es ahora la más fea?, para mí no hay dudas, las más fea es la que miró hacia otro lado y dejó atrás la oportunidad de dejar un trocito de corazón en alguien que, seguramente, lo dio entero años atrás.