La escucha activa es una habilidad que todo el mundo debería desarrollar, especialmente en cuidadores.
Oír y escuchar no es lo mismo. La escucha activa implica atender lo que la persona necesita y dice con su elección de palabras, lenguaje corporal… es decir, va más allá del significado de las palabras en sí; se trata de comprender y respetar los sentimientos o ideas de la persona. Además, saber escuchar es una cualidad que todo el mundo debería desarrollar, pues es la mejor forma de fortalecer vínculos, resolver conflictos y ayudar al otro.
No obstante, cuando cuidamos a otra persona, la escucha activa se vuelve clave. Es la forma más efectiva de acompañar, apoyar y reconocer las necesidades de la persona que estamos cuidando.
La personas mayores o dependientes, necesitan una atención integral y especial: cuidados sanitarios, asistencia social, tiempo de ocio…
Que nuestros mayores se sientan escuchados y comprendidos por sus seres queridos, cuidadores y sociedad en general es un aspecto crucial. Entre sus beneficios:
- Hace que incremente su salud mental
- Facilita el conocimiento de las necesidades reales del mayor. Lo que ayudará a satisfacerlas de manera adecuada.
- Fomenta la disponibilidad, la cercanía, la comprensión y el encuentro intergeneracional.
- Ayuda a afrontar situaciones de estrés, tristeza, desesperación, desconsuelo y angustia que suelen presentarse en la vida de las personas mayores.
- Combate la soledad, permite que se sientan acompañados, valorados y apoyados.
- Fortalece los vínculos. Lo que contribuirá a que cuenten sus problemas con confianza, se desahoguen y busquen consuelo en el otro.
- Fomenta la confianza, la seguridad y el autoestima del anciano.
Por ello, un auxiliar bien formado y capacitado, mejorará significativamente el bienestar y la calidad de vida de las personas a las que asiste.