La paciencia es uno de las cualidades más preciadas. En este día a día tan acelerado que nos hemos propuesto llevar no tiene cabida los tiempos de espera. La tecnología va creando cada vez más utensilios que nos permiten acelerar aún más las actividades. Si queremos comunicarnos con alguien, de inmediato llamamos por el teléfono móvil, o mandamos un wapsap sin esperar a llegar a casa, el fax y el escáner permiten transportar documentos a cualquier lugar en segundos, internet nos permite llegar a todas partes con un solo clic, los trenes de alta velocidad reducen el tiempo de espera hasta llegar a nuestro destino y los robots de cocina pican, amasan y guisan en apenas un abrir y cerrar de ojos.
De nuevo este estilo de vida choca a la hora de desempeñar el rol de cuidadores y produce un fuerte impacto en nuestras vidas cuando, de pronto, hemos de cambiar el chip de Superman o Superwoman y convertirnos en la persona más paciente del mundo dedicando largas horas al cuidado de los demás.
Para las personas dependientes realizar cualquier actividad cotidiana puede ser todo un hito. Por ejemplo, una persona con movilidad reducida que usa andador para desplazarse, puede tardar varios minutos en cruzar el pasillo mientras nosotros lo hacemos en escasos segundos. Un enfermo de Parkinson puede tardar una hora en ducharse mientras nosotros lo hacemos en apenas 10 minutos.
Una de las demandas más repetidas por las cuidadoras y cuidadores es la paciencia, principalmente el cuidador informal. En las terapias de autoayuda suelen ponerse de manifiesto los sentimientos de culpa generados al perder la paciencia y vociferar a su familiar o tratarles de manera incorrecta.
Si bien es cierto que la paciencia es una cualidad que tenemos las personas en mayor o menor medida, también es correcto afirmar que es algo que puede educarse y realizar ejercicios para aprender a ser más pacientes y tranquilizarnos en los momentos más críticos.
A continuación os muestro algunos consejos que pueden ayudar a los cuidadores a cultivar este preciado don:
- RESPIRAR: Parar a tomar el aire por la nariz y expulsarlo por la boca en momentos críticos y en los que sintamos que perdemos el control puede ser crucial. Dejar escapar la impaciencia y los nervios acumulados en el aire que expulsamos para luego, al estabilizarnos, encontrar el lado positivo de la situación.
- DISFRUTAR de los “tiempos muertos”: encontrar satisfacción en los momentos de inactividad, relajarse en el descanso y pensar, organizarse y tomar fuerzas para continuar.
- PENSAR antes de actuar: cuando estemos a punto de perder la paciencia pensar en las consecuencias que ello pueda tener.
- PRIORIZAR: Cuando nos aturda la lista de tareas que debemos realizar es importante priorizar y comenzar por aquello que es más urgente y/o necesario.
- ACEPTAR LÍMITES: Ser consciente de las limitaciones que todo ser humano tiene, es un gran aporte para alimentar la paciencia.
- ALIMENTARSE correctamente y aportar los nutrientes necesarios al cuerpo pueden ayudar a permanecer serenos.
- HACER EJERCICIO: Practicar algún deporte o caminar diariamente ayudan a eliminar tensiones acumuladas y soportar mejor las dificultades.
- DORMIR: Mantener un orden en los horarios de sueño y vigilia ayudan a descansar y tener mejor actitud ante los obstáculos.
- EMPATIZAR: Este es el consejo más importante. Saber ponerse en el lugar de la persona dependiente ayudará a entender su actuación y su manera ver las cosas.
Acordarse de estos consejos en momentos que pueden resultar dificultosos puede mejorar la calidad de vida tanto de los cuidadores como de las personas dependientes.