Hoy en día, con el ritmo de vida que llevamos, y las prisas continuas, apenas tenemos tiempo para cocinar. Menos mal que todavía los domingos sacamos un ratito para ir a comer a casa de los abuelos, y pasar la tarde con ellos. De paso, nos llevamos la cena en un tuppwarere y esa misma noche disfrutamos de las famosas croquetas de la abuela.
Comida tradicional Vs comida basura
Es un hecho que desde la introducción de la comida precocinada, comercial e industrializada, el número de casos de obesidad, diabetes, incluso de cáncer y de problemas coronarios, ha aumentado. Los alimentos refinados, las bebidas edulcoradas, la crianza intensiva de animales destinados al consumo humano, las grasas saturadas, junto con el estrés y la vida sedentaria, son los precursores de muchas enfermedades. Afortunadamente nos vamos concienciando de este problema, que en muchos países comienzan a ser descritos como pandemias, como puede ser la obesidad en EEUU.
Es evidente que con la llegada de los alimentos industrializados, que vienen sobrecargados de productos químicos como saborizantes, conservantes, colorantes, emulsionantes, estabilizantes, etc, han aparecido nuevos tipos de cáncer y muchos otros problemas de salud que en la población de mayor edad no se daban con una dieta tradicional en la que primaban los alimentos naturales y de temporada.
La alimentación tradicional basada en la calidad de los alimentos y el consumo moderado de cierto tipo de ellos, es un seguro de vida. Existen cierto tipo de alimentos que combaten o previenen la aparición de ciertas enfermedades como el cáncer u otras afecciones. Cuidando la alimentación como lo han venido haciendo nuestros padres y abuelos se consigue fortalecer y favorecer el organismo.
Enfermedades del hombre moderno
La hipertensión, el colesterol, la diabetes, la obesidad, los infartos u otras enfermedades crónicas como la fibromiálgia, son enfermedades que actualmente se desarrollan en personas jóvenes cuando en generaciones anteriores a la nuestra eran propias de las personas mayores.
Los alimentos que consumían nuestros abuelos provenían de su propio huerto o de los mercados tradicionales. Consumían productos naturales, frescos y de temporada, sin conservantes químicos ni aditivos extras. Ahora la mayoría de productos que consumimos vienen enlatados, envasados con “atmósfera protectora” para alargar la vida de los alimentos en el frigorífico.
Volvamos a la cocina tradicional, reivindiquemos el consumo de alimentos frescos y locales. Arriba las croquetas de la abuela.