La proporción desmedida de personas en todo el mundo en proceso de envejecimiento es razón más que suficiente para que las sociedades y comunidad científica aúnen esfuerzos para enfrentar mancomunadamente con inteligencia esa realidad.
Para que se tenga una idea, según la Organización Mundial de la Salud, entre 2000 y 2050, la cifra de habitantes del planeta mayores de 60 años se duplicará, al reportar un crecimiento del 11 al 22 por ciento, lo que representa que ese grupo de edad pasará de 605 millones a dos mil en el transcurso de medio siglo.
Asimismo, esa progresión tendrá un comportamiento ascendente en las naciones en desarrollo, donde ese segmento se multiplicará por cuatro dentro de tres o cuatro décadas.
De ahí, que constituye un desafío aumentar las oportunidades de estos adultos mayores, aprovechando al máximo sus capacidades para ser socialmente útil.
Sin embargo, estas personas pueden tropezar con impedimentos para participar en la vida económica, política, social y cultural de sus respectivos países.
Por eso, no son pocas las acciones que faltan aún por hacer para eliminar toda forma de discriminación por motivos de edad, así como de abandono, abuso y violencia en pos de elevar la dignidad bien merecida de esos ciudadanos diseminados en todas las regiones del orbe.
Una de las gestiones sobresalientes materializadas en los últimos tiempos es el Plan de Acción Internacional sobre el Envejecimiento, aprobado por primera vez en Viena durante la I Asamblea Mundial de las Naciones Unidas sobre la temática, celebrada en 1982.
Luego de 20 años, en 2002, la segunda edición de tan importante reunión, aprobó el Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento, para responder a los desafíos del proceso de incremento de la población adulta mayor en el siglo XXI.
Al decir de los expertos, ese proyecto activó a las autoridades y comunidad científica de los diferentes territorios del planeta.
Una muestra de ello, es la Estrategia Regional para América Latina y el Caribe para materializar el Plan de Acción Internacional de Madrid.
La misma, entre otras cuestiones, aboga por el fomento de la salud y el bienestar en la vejez en una región en la que, según los investigadores, tardará solo 25 años para que su población mayor de 65 años o más ascienda del siete al 14 por ciento.
A propósito de ello, el director del Centro de Investigaciones sobre el Envejecimiento, Longevidad y Salud del Adulto Mayor (Cited) de Cuba, Humberto Arencibia, considera que las personas de edad pueden tropezar con obstáculos financieros, físicos, psicológicos y jurídicos para la utilización de los servicios de salud.
También, añadió, quizás deban hacer frente a la discriminación por la edad y por discapacidades relacionadas con esa etapa de la vida en el contexto de la prestación de servicios.
“Tal vez, se considere que su tratamiento tiene menos valor que el de las personas más jóvenes”, reflexionó el también especialista cubano en gerontología y geriatría.
Por eso, Arencibia sugirió el desarrollo y fortalecimiento de los servicios de atención primaria de salud para atender a las necesidades de esos ciudadanos y promover su inclusión en la sociedad.
ENVEJECIMIENTO, SEGÚN OMS
El hecho de poder envejecer es una posibilidad que no todos los seres humanos pueden experimentar, pero hacerlo de la mejor manera es el reto que nos debemos trazar cada uno de nosotros.
Según la agencia de salud de la ONU, el ritmo del descenso de la capacidad funcional de una persona está determinado, al menos en parte, por nuestro comportamiento y las cosas a las que nos exponemos durante la vida.
Entre ellas, añade un comunicado de la OMS, cabe mencionar lo que comemos, la actividad física que desplegamos y nuestra exposición a riesgos como el hábito de fumar, consumo nocivo de alcohol o exposición a sustancias tóxicas.
Tanto es así, que en los países pobres, la mayoría de las personas adultas mayores fallecen por enfermedades no transmisibles, como las cardiopatías, cáncer y diabetes, en vez de infecciones y parasitosis.
Por su parte, los expertos también consideran que el riesgo de padecer demencia aumenta netamente con la edad y se calcula que entre un 25 y un 30 por ciento de las personas de 85 años o más padecen cierto grado de deterioro cognoscitivo.
Como se aprecia, a pesar de los pesares, existe una mayor supervivencia generacional que se traduce en aumento general de la calidad de vida en todo el planeta.
Según la directora general de la OMS, Margaret Chang, más personas, incluso en los países más pobres, están viviendo hoy vidas más largas.
Pero esto no es suficiente. Necesitamos asegurar que estos años adicionales de vida sean saludables, significativos y dignos. Alcanzar esto no solo será bueno para las personas mayores sino para toda la sociedad, añadió.
Por su parte, la máxima directiva de la Organización Panamericana de la Salud, Carissa F. Etienne, expresó que tenemos que estar orgullosos de que vivimos más años de vida.
Sin embargo, debemos prepararnos para los desafíos que este cambio demográfico trae inevitablemente aparejado para nuestras sociedades, para los sistemas de protección social y, en especial, para los servicios de salud, apuntó Etienne.
A propósito de las Américas, en la actualidad es una de las regiones del mundo más envejecida.
Según proyecciones de la División de Población de las Naciones Unidas, en menos de una década, países como Cuba, Barbados y Martinica superarán a Canadá, abanderado en ese indicador en esta zona del planeta
Fuente; Panorama.
http://www.panorama.com.ve/bellezaysalud/Envejecimiento-poblacional-una-realidad-mundial-20170102-0019.html.
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[…] Resumiendo, todos tienen unas unas características específicas locales. Parece que sus prácticas dan lugar a una alta incidencia de casos de longevidad. […]