No hace mucho tiempo se tenía la idea de que la única misión que tenía de la empresa era la de generar riqueza. Es decir, se realiza un servicio o se genera un producto a cambio de obtener beneficios. Demasiado sencillo, ¿no creen? Hoy en día este concepto de la empresa se considera incompleto e inaceptable. Además de generar utilidades, la empresa debe tomar en cuenta que sus actividades afectan, positiva o negativamente, la calidad de vida de sus empleados y beneficiarios, además debe de medir el impacto que causa en la sociedad en la que opera.
Como consecuencia de ello, son cada vez más el número de empresas que se suman a la idea de que la “responsabilidad social” no es solo un asunto de las organizaciones sociales, ecologistas o ambientales que se desarrollan de manera altruista en nuestra comunidad, sino que también forma parte de la ética y el desarrollo de la empresa.
Se puede definir la “Responsabilidad Social Empresarial”(RSE) como una nueva forma de gestionar y hacer negocios en la que se busca el equilibrio entre crecimiento económico, bienestar social y aprovechamiento de recursos. Es una visión de negocios que integra el respeto por las personas, los valores éticos, la comunidad y el medioambiente con la gestión misma de la empresa, independientemente de los productos o servicios que ésta ofrece, del sector al que pertenece, de su tamaño o nacionalidad.
Este nuevo concepto va más allá del cumplimiento estricto del marco legal que regula las relaciones comerciales y permite desarrollar un rol de compromiso social y excelencia en el trabajo interno y externo.
La pirámide de RSE explica el orden lógico de intervención que va desde lo más cercano a la empresa, es decir, el cumplimiento del régimen legal, hasta lo más lejano a ella, que es el diseño de políticas de estado, pasando por el desarrollo de la persona, proyección familiar y comunitaria. Es un proceso de desarrollo que obligatoriamente debe de ejecutarse de lo interno a lo externo.
En otras palabras, para demostrar el compromiso con los demás, hay que demostrar que se es responsable y considerado con las personas más cercanas. Es decir, con las personas que integran la empresa. Para lo cual hay que demostrar que se es una empresa familiarmente responsable mediante el cumplimiento de una norma.
Es muy necesario que esta misión sistémica la tengan en cuenta las empresas que trabajamos codo a codo con las personas, desde el hogar y desde lo más preciado, es decir la familia. ADIPER, una vez más, se suma a la tendencia responsable y el desarrollo de la ética profesional y social haciendo de su misión un modo de vida. Pues, ¿qué sentido tiene ser una entidad de cuidados a la persona, si no se toma a esta y la familia como valor principal?
Próximamente tendrá lugar en Madrid la entrega de certificados a las Empresas Familiarmente Responsables, los cuales se entregan una vez demostrado el compromiso de las mismas con la conciliación.
Enhorabuena a aquellas que lo han conseguido.
Sirva esto como reconocimiento a todas las empresas que en mayor o menor medida demuestran tener RSE .